Pepo Sol

25-08-2010 | por Manuel Huerga

Pepo Sol

Hace catorce años, por estas fechas, perdimos a Pepo Sol y quiero que su recuerdo siga vivo...

Director de Ovideo TV, la productora que se hizo cargo, junto a Bassat-Sport, de las ceremonias de los Juegos Olímpicos de 1992. Licenciado en Derecho, Sol fue director general de la agencia publicitaria "Tiempo". Como publicitario tuvo una trayectoria atípica, siempre en el límite de la ortodoxia.

Pepo Sol en El País

Azul y negro

febrero 2009 | por Carolina Rius

Azul y negro. La indumentaria arrugada. Con esa simplicidad de lo elegante. El gesto duro pero respetuoso. Las manos delicadas cuando sostenían un objeto ya fuera una copa de cristal, una pluma, un papel. Aristocrático y sencillo. Algo extravagante para poder ser concretamente bello. Su mirada perforaba sin causar daño y podía ser morbosamente sensual. Otras veces era mirada de niño, de curiosidad infinita, de sorpresa, de voyeur, enigmática o desconcertante. A veces, escondida tras el humo, otras detrás de su cámara de fotos.

Pepo Sol parecía completamente lo que seguramente era.

Una vez le oí decir que él había hecho bailar a una patata y que nada podía detener su creatividad. Generoso y atractivo con cierta impostura. Le recuerdo llevando maletas oscuras, una con el primer móvil que vi en mi vida. Podía ser irreverente y rebelde pero desde luego nunca revolucionario. Su misterio seducía. Renunciaba al poder pero tenía el don de la autoridad. Hedonista. Buscador de la redención en la luz de la belleza, en el placer de sorprender. Era profundamente moderno y por esa razón y no por otra, se sentía fascinado por el ritual del fuego, de la tierra, por el espíritu de la fiesta colectiva que se llama a sí misma tradicional o popular como les pasa a todos los que remueven con su obra, eso que hemos convenido a llamar Cultura.

Dandi. Excepcional y exclusivo. Un hombre rico, sin prejuicios. Original. Ilusionado y escéptico al mismo tiempo. Provocador. Inconveniente. Que entendía la vida como un gesto artístico. Necesitaba satisfacer sus deseos y no buscó lo insólito, lo inalcanzable o lo irrelevante. Si merecía su esfuerzo es que se trataba de algo que se podía inventar, sin dudarlo ni un momento.

Nietzche dijo que la felicidad epicúrea era un huertecillo, unos higos, un poco de queso y tres o cuatro amigos. Pepo Sol se atrevió sensatamente a intentar encontrarla. Espero que lo consiguiera. Vivió como murió, sin aspirar a cargos, honores, fama o eternidad. Y sin miedo.

Fue para mí un privilegio poder trabajar un tiempo cerca de él cuando construyó muchas de las estrellas que brillaron aquel verano inolvidable del 92. Y doy las gracias por ello.