María

20-10-2007 | por Manuel Huerga

Buena parte de las fotografías que habitan y dan glamour a mi website son obra de María Espeus. Todo un lujo. Ahora que tengo una buena razón, lo mínimo que puedo hacer es dedicarle unas palabras desde mi modesto blog.

El pasado jueves, María presentó en la galería Ras su nuevo libro "El Otro-The Other", espléndidamente editado por Nova Era. Por culpa de un fallo imperdonable de Correos no tuve noticia del evento hasta que algunos amigos empezaron a llamarme desde la misma galería extrañados por mi ausencia. Al día siguiente, María y yo teníamos preparada nuestra mutua bronca: «¡¿Por qué no me has invitado?!» «¡¿Por qué no viniste?!». Aclarado el malentendido, hoy nos hemos visto y María me ha dedicado generosamente la mañana, primero visitando la exposición y dedicándome el libro y luego, después de tomar un café, me ha enseñado lo que yo llamaría su exposición permanente: el Hotel 1898.

"El Otro-The Other" es el resultado de mirar durante tres años su hábitat natural, es decir, el Raval, donde María comparte estudio desde hace casi veinte con su socio-y-algo-más-que-amigo Peret. Sus calles y sus habitantes, bares, tiendas escaparates y naturalezas muertas se combinan en un retrato sin urgencia, y en riguroso blanco y negro, de nuestros tiempos y de nuestra ciudad. Aunque María se lleva a los personajes a su estudio para poder sacar de ellos la máxima expresividad y la mejor luz, para obtener las imágenes exteriores también ha dedicado una minuciosa preparación, esperando el día o la hora precisa para captar los reflejos de la lluvia o la infrecuente soledad de un kiosco de la Ramblas. Hay auténtica diversidad en la elección de sus personajes, pero la mirada hacia "el otro" no va de rollo Benetton, como se apresura a aclarar María. Y es verdad. A veces, el exotismo más llamativo se lo proporciona un simple coco. María confiesa que era el primero que veía en toda su vida. Sin olvidar esa lechuga inmigrante que ha retratado cual Greta Garbo: «Antes no había de éstas».

Y sin embargo, lo que había antes va desapareciendo. A medida que voy paseando las páginas de su libro resulta inquietante las veces que María me dice: «Esto ya no existe. Esto ya no está, esta tienda tampoco, ni esta calle…». Hasta que llegamos a un retrato de Peret. Peret con su gata. «Está muy enferma», dice María. Cuando escribo estas líneas, la gata tampoco está. Ha muerto hoy mismo. Pero este libro la hace eterna, como a todos y como a todo lo que retrata María.

Y luego me lleva a ver el Hotel 1898. Ese inmenso edificio en el corazón de las Ramblas, conocido desde siempre como La Compañía General de Tabacos de Filipinas, fue rehabilitado hace poco tiempo como un hotel de lujo. Confieso que hasta hoy nunca había pisado el lugar en el que trabajó durante años el poeta Jaime Gil de Biedma. Pues bien, una de las claves de su espectacular diseño interiorista se basa en una serie de doscientas fotografías que María Espeus realizó por encargo, pero con total libertad, en las Islas Filipinas.

La recepción, los pasillos, las habitaciones, los salones y el restaurante disfrutan del arte de María y de su respetuosa y sutil mirada sobre un mundo lejano, colonial y exótico. Le pregunto si también hay retratos. «Sólo un pescador -me dice- No soporto el papel cuché de Sebastiao Salgado retratando la miseria. Y en este hotel sería insultante». María me muestra orgullosa todos los rincones de esa suerte de exposición permanente, e incluso consigue que nos dejen visitar la habitación 528, especialmente bella y confortable. En el mismo hotel se puede adquirir el libro que recoge esta evocadora colección, y María me lo vuelve dedicar. Muchas gracias. Ha sido una hermosa mañana en la que, por cierto, he estrenado los 50 años.