Bruce Springsteen: We Shall Overcome

Bruce Springsteen en España

prólogo de Manuel Huerga (diciembre 2011) para el libro de Jordi Bianciotto y Mar Cortés

Lo de Bruce Springsteen se escapa de todo razonamiento sensato. Desde luego existen artistas para todos los gustos y momentos, pero con el Boss ocurren cosas extraordinarias. No se trata de una religión, pero más de uno lo vive como el mejor, si no el único, alimento espiritual. Está presente en el cortejo y en el amor de infinitas parejas y es capaz de levantar a un muerto cuando estás sumido en una depre. Sano y curativo sin vender motos. Si todos fuéramos como él, el mundo sería mejor y, además, con su mismo talento, también seríamos millonarios. Es una estrella típicamente americana que se moja cuando hay que mojarse, lo que le convierte en una estrella americana muy poco típica.

Dotado de un estado de gracia inagotable que provoca pasiones, admiración y respeto incondicional entre unos adeptos que se cuentan por centenares de miles, la obra de Springsteen transmite autenticidad por la aplastante austeridad y eficacia de sus canciones y la capacidad de emocionar que éstas tienen. Quienes nos hallamos ante su presencia sucumbimos por el carisma de un dios de carne y hueso, creíble y por supuesto imperfecto, que no promete una vida más allá pero hace nuestro más acá más llevadero, consiguiendo renovar en no pocas ocasiones nuestra confianza en el género humano. Sí, es sólo Rock and Roll, pero es uno de los mejores ministros de esa iglesia pagana en la que todavía creemos algunos. Sus misas han llenado de genuino éxtasis colectivo la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos del presente. Difícilmente podremos encontrar alguien que sea capaz de proporcionar mejores recuerdos y sensaciones de sus conciertos en vivo.

Los evangelistas Mar Cortés y Jordi Bianccioto, tras el éxito de su primer acercamiento al fenómeno Springsteen, entonces más centrado en los testimonios de los conciertos de Barcelona, amplían ahora su mirada sobre todo el territorio español. A través de estas páginas, creyentes y agnósticos comprobarán lo profunda que es la huella que este artista ha ido forjando en nuestro país a lo largo de treinta años. Un libro que recorre en el espacio y el tiempo todos y cada uno de sus conciertos y giras desde 1981. Su lectura, amenizada con santos y reliquias, entre muchas cosas, a mí me pone en evidencia, una vez más, la sequía que padecemos de líderes en nuestro planeta que, como Bruce (y no como Bono), sean capaces de agitar nuestras vidas desde la música.